El Puente de Luz
- Santiago Toledo Ordoñez
- 4 dic 2024
- 2 Min. de lectura
En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivía una comunidad de personas profundamente conectadas con la espiritualidad. Este lugar, llamado Valle de Armonía, era conocido por un antiguo ritual: El Encuentro del Puente de Luz, una ceremonia que celebraba el principio de la unión entre las almas.
Cada año, durante el solsticio de invierno, los habitantes del valle se reunían alrededor de un puente suspendido sobre un río cristalino. La leyenda contaba que el puente había sido construido no solo con piedra y madera, sino con las intenciones puras de sus ancestros, quienes creían que la verdadera fuerza de la humanidad radicaba en la conexión entre las personas.
La ceremonia comenzaba al atardecer. Cada persona llevaba consigo una pequeña linterna, representando su luz interior. El objetivo no era cruzar el puente individualmente, sino hacerlo juntos, iluminando el camino para todos.
Ese año, un joven llamado Elián llegó al pueblo. Buscaba respuestas tras haber pasado por un período de profunda soledad. Aunque era un forastero, los habitantes del valle lo acogieron con calidez. Al escuchar sobre el ritual, Elián sintió una mezcla de curiosidad y escepticismo.
Cuando llegó la noche del solsticio, Elián se unió al grupo en silencio. Mientras todos encendían sus linternas, el anciano sabio del pueblo, Mael, explicó:
"El principio de la unión nos enseña que cada alma tiene su propia luz, pero solo al conectarnos con los demás logramos iluminar los caminos más oscuros. Este puente no es solo un paso físico, sino un recordatorio de que no estamos solos en este viaje."
A medida que cruzaban el puente, Elián notó algo extraordinario. Aunque al inicio el camino parecía inestable y peligroso, la luz combinada de todos los presentes disipaba las sombras y revelaba un sendero firme. Por primera vez en mucho tiempo, Elián sintió que no llevaba su carga solo.
Sin embargo, Mael hizo una advertencia mientras avanzaban:
"Presten atención. No toda luz que encuentres será verdadera. Algunos caminos, aunque iluminados, pueden llevarte lejos de tu propósito. Conecta con quienes resuenen genuinamente contigo y tu espíritu. Aprende a discernir entre quienes aportan luz a tu vida y quienes podrían apagarla."
Al llegar al otro lado, Mael habló nuevamente:
"Cada linterna aquí es única, pero juntas forman una constelación. Ese es el poder de la unión: comprender que somos partes de un todo, y que nuestras luces individuales se potencian al compartirlas. Pero nunca olviden: elegir cuidadosamente con quién compartimos nuestra luz es esencial para mantenerla encendida."
Elián entendió entonces que su soledad no era un destino, sino una etapa para recordar que siempre había un puente hacia los demás. Sin embargo, también aprendió que en su camino debía ser cuidadoso con las conexiones que formaba, pues no todas eran beneficiosas para su espíritu. Desde ese día, permaneció en el Valle de Armonía, dedicándose a construir nuevas conexiones genuinas y ayudando a otros viajeros a encontrar su propio lugar bajo la luz compartida.
Entonces
El principio de la unión nos invita a reconocer que, aunque nuestras almas puedan caminar caminos individuales, estamos intrínsecamente conectados. Sin embargo, esta conexión requiere discernimiento: no todas las personas que encontramos en nuestro camino traerán luz a nuestras vidas. Cultiva las relaciones que nutran tu espíritu y sé prudente con las que podrían desviarte de tu propósito. 🌟

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