Del Pensamiento de Comuna al Pensamiento Global: Un paradigma Colectivo de Conciencia y Responsabilidad
- Santiago Toledo Ordoñez
- hace 3 horas
- 3 Min. de lectura

Durante siglos, las comunidades humanas han existido como tejidos locales, donde la vida se desarrollaba en torno a lo cercano: la familia, la tribu, el barrio. Este pensamiento de comuna se basaba en la cercanía, en la colaboración entre vecinos, en la comprensión de que el bienestar de uno dependía del bienestar del otro. Se compartía el pan, se cuidaban los hijos del otro, se honraban las tradiciones, y se tomaban decisiones colectivamente, desde el afecto y la pertenencia.
Pero el mundo cambió. La tecnología, la migración, el comercio, y especialmente la conectividad digital, nos empujaron a ampliar nuestra mirada. Lo que antes era una pequeña aldea, hoy es una red de millones de voces interconectadas. Así, surge con fuerza el pensamiento global: una conciencia que ya no puede limitarse a la calle donde vivimos, sino que debe considerar el planeta entero como nuestro hogar común.
¿Qué implica este cambio de pensamiento?
1. Una expansión de la empatía.En el pensamiento de comuna, la empatía se dirigía a quienes compartían nuestra lengua o costumbres. En el pensamiento global, entendemos que la compasión no tiene fronteras. Un niño en Gaza, un agricultor en la India o una activista en Brasil pueden tocarnos profundamente, aunque nunca los hayamos visto.
2. Una ética interdependiente.Ya no basta con preocuparnos por los problemas “locales”. El cambio climático, las crisis económicas, las pandemias o los conflictos geopolíticos nos enseñaron que todos estamos interrelacionados. Las decisiones que tomamos en una parte del mundo pueden afectar drásticamente a otras.
3. Un llamado a la responsabilidad colectiva.El pensamiento global no es solo un concepto idealista: es una necesidad urgente. Requiere que cada individuo, cada empresa y cada gobierno asuman una cuota de responsabilidad sobre cómo sus acciones afectan al conjunto. Desde lo que consumimos, hasta cómo trabajamos o votamos.
¿Qué no debemos perder del pensamiento de comuna?
En este proceso de expansión, es vital no renunciar a los valores que hicieron fuerte al pensamiento de comuna: el cuidado mutuo, la solidaridad cotidiana, la escucha cercana, la sabiduría ancestral. No se trata de reemplazar una visión por otra, sino de integrar lo local en lo global.
Pensar globalmente no significa olvidarnos del barrio. Al contrario: significa comprender que nuestro barrio está unido al de muchos otros. Que la solución de un problema ambiental, social o económico requiere tanto la acción comunitaria como la articulación internacional.
Un nuevo paradigma: lo glocal
Hoy más que nunca, necesitamos cultivar una mirada glocal: actuar en lo local con conciencia global. Ser ciudadanos del mundo sin dejar de ser parte activa de nuestras comunidades. Honrar nuestras raíces mientras nos abrimos al diálogo con otras culturas, ideas y modos de vida.
Es decir, del pensamiento de comuna al pensamiento global no hay una ruptura, sino una evolución. Una evolución que nos invita a crecer, a madurar como especie, a reconocernos no solo como habitantes de un territorio, sino como co-creadores de un destino compartido.
El futuro no se construirá con muros, sino con puentes. Y esos puentes comienzan en el corazón de cada persona que decide pensar más allá de sí misma.
PD: no es una critica, es un razonamiento, pues entre comparar variables asociadas y localizadas de una comuna a la complejidad global con sus alcances y limitaciones, las conclusiones o analisis son bastante diferentes.
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