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El Camino de las Almas que Trascendieron

En un lugar -más allá del tiempo, más allá de la forma— aquel que no podía ser visto con los ojos ni tocado con las manos. Se le conocía en los antiguos lenguajes del alma como El Refugio de las Almas Trascendidas. No tenía nombre en ninguna lengua humana porque su existencia no podía ser contenida por palabras.


Este lugar no era un destino final, ni un premio divino. Era el eco de una historia bien vivida, el fruto invisible de una siembra que solo florece cuando el alma ha cruzado los siete velos de la experiencia.


Las almas que habitaban ese lugar no eran ángeles ni santos. Habían sido humanos, como tú, como yo. Con pies en la tierra y corazones confundidos. Vinieron al mundo con un velo sobre los ojos, y como todos, olvidaron quiénes eran. Pero algo dentro de ellas no se rindió. Una chispa antigua. Un llamado interior. Una memoria que no venía de esta vida, sino de muchas anteriores.


Al principio, no sabían por qué sufrían.


Vivieron infancias marcadas por la carencia o la desconexión. Amaron y fueron abandonadas. Dieron y no recibieron. Fueron víctimas de la injusticia o portadoras de violencia. Algunas se perdieron en los excesos, otras en la rigidez. Algunas fueron admiradas por todos pero vacías por dentro; otras, ignoradas por el mundo, pero llenas de luz dormida.


Una por una, pasaron por las noches oscuras del alma, esas etapas en que nada tiene sentido y el dolor se vuelve maestro. Algunas resistieron. Se aferraron a lo conocido, a lo cómodo, a lo que dolía menos. Pero otras… decidieron detenerse. Y mirar. Mirar hacia adentro.


Fue entonces cuando comenzó el verdadero viaje.


No fue un viaje hacia afuera, sino hacia adentro. Un descenso al alma. Se sentaron frente al dolor, sin juicio. Se enfrentaron al niño herido, al saboteador, a la parte que huía, que manipulaba, que gritaba, que lloraba. No intentaron negarla. La abrazaron. La comprendieron. La dignificaron.


Comprendieron que no había enemigos, solo partes que pedían amor. Que los “errores” eran experiencias necesarias. Que la herida no era una maldición, sino una puerta sagrada hacia la conciencia.


En ese proceso, las máscaras cayeron. Las creencias se disolvieron. Las ilusiones se rompieron. Y quedó algo más profundo: una paz silenciosa. Un amor sin objeto. Una verdad sin forma.


Purificarse no fue lavarse de pecado, sino recordar su inocencia original. No fue volverse inmaculadas, sino humanas con el alma abierta. No fue renunciar al mundo, sino aprender a verlo con ojos nuevos.

Y así, paso a paso, lágrima a lágrima, perdón tras perdón… algo cambió.


Comenzaron a amar sin depender. A hablar sin miedo. A vivir sin buscar validación. Ya no necesitaban tener la razón, ni ganar, ni escapar. Su presencia se volvió medicina.


Su silencio, oración. Su mirada, espejo. Y sin querer ser “maestras”, se convirtieron en guías vivientes.


Muchas de ellas siguen aquí, entre nosotros. No visten túnicas blancas ni flotan sobre el suelo. Caminan con nosotros, trabajan, crían hijos, ríen, lloran, se equivocan. Pero todo lo hacen con una conciencia distinta. Transparente. Ligera. Profunda.


Otras ya han partido de este plano, pero no se han ido. Su energía habita en la inspiración, en la ternura repentina, en ese instante de claridad que surge cuando todo parecía perdido. Son las voces suaves que te susurran al oído cuando estás a punto de rendirte: “Sigue. No estás solo. Esto también pasará.”


Porque las almas purificadas no desaparecen. Se expanden. Ya no están contenidas por un cuerpo ni por un nombre. Se vuelven parte del tejido invisible que sostiene al mundo.


Y lo más hermoso es esto: tú también eres una de ellas. Tal vez no lo recuerdas aún. Tal vez estás en medio del caos. Tal vez sientes que no puedes más. Pero la semilla está ahí. Latente. Esperando.


Nadie nace sabiendo. Nadie se ilumina sin haberse roto primero. Pero todo dolor puede ser alquimia. Toda herida puede ser portal.


Cuando dejes de luchar contra la vida, y empieces a escucharla.


Cuando veas belleza en tus cicatrices, y no vergüenza.


Cuando el amor deje de ser una necesidad, y se convierta en una fuente…

…entonces habrás comenzado tu regreso. No hacia el cielo, sino hacia ti. Hacia la versión más pura de tu alma. La que recuerda, la que confía, la que bendice incluso lo que dolió.


Y ese día, sin darte cuenta, te habrás convertido en una de ellas: Una de las almas que trascendieron.

PD: es solo una historia, que refiere a personas que lograron superarse, no es un iman para cargar con problemas ajenos, ni necesito que me expresen su historia, ni sentirme mal por si vivieron x, y, Z, ya tengo bastante con mi vida

 
 
 

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Pero hay que recordar en la vida que hay un positivo para cada negativo y un negativo para cada positivo
Anne Hathaway

Donde va tu atención, fluye la energía

Tony Robbins

 

Lo que no te mata, te hace más fuerte

Mientras unos lloran, otros venden pañuelos

Dios, pon tus palabras en mi boca
No clasifiques al mundial, gana el mundial
Radio éxito o radio miseria
Resiste la tentación de volver a la comodidad y pronto verás los frutos

Se tu mayor fan

Margarita Pasos, Entrenadora Fortune 500

 

Todos somos iguales como almas, pero no todos somos iguales en el mercado

Jim Rohn


Los/as líderes que valoran a sus personas las empoderan

John Maxwell


Mantén el corazón abierto. Estamos programados para encontrar el amor.
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Por lo que el Hombre sucumbe, por ello vence

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(...) y mi motivación en mi carrera son ustedes. Las personas! 

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Somos el amor infinito.

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Te deseo lo mejor en tu día :)
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