top of page

El Reflejo que No Querías Ver

I. La Niebla del Olvido

El amanecer no llegó como siempre en Umbría. La ciudad solía despertar con un gris suave, casi elegante. Pero esa mañana, una niebla espesa y densa lo cubría todo. No había ruidos, ni pasos, ni motores. Solo silencio. Un silencio tan absoluto que parecía haber borrado el pasado.

En un callejón angosto, donde las paredes estaban cubiertas de afiches desgastados y grafitis olvidados, un espejo colgado torpemente reflejaba la bruma. Estaba roto, pero en su cristal estallado alguien había escrito con lápiz labial rojo:

“Todo lo que ves… no es todo lo que eres.”

Nadie sabía quién lo había escrito.

Nadie excepto él.


II. El Despertar

Ego despertó en una habitación vacía. No había ventanas. Solo un foco titilante sobre una mesa metálica. Le dolía la cabeza y no recordaba nada: ni su nombre completo, ni cómo había llegado ahí. Solo sabía que se llamaba Ego, aunque tampoco sabía si ese era su nombre real… o simplemente un apodo impuesto por alguien más.

Sobre la mesa había un sobre cerrado. No tenía sello ni remitente. Lo abrió con torpeza. Dentro, una sola palabra, escrita con tinta negra:

“Busca.”

—¿Buscar qué? —preguntó en voz alta.

Nadie respondió.


III. La Voz en la Sombra

Pasaron horas, tal vez días. Era difícil medir el tiempo en un lugar sin relojes ni luz natural. Ego exploró la habitación, que parecía cambiar sutilmente de forma cuando no la miraba directamente. A veces, había una silla. A veces, no. Una vez creyó ver una puerta, pero cuando se acercó, desapareció.


Entonces, la escuchó.


—Has tardado, Ego. Pensé que nunca despertarías del todo.


Una figura emergió del rincón más oscuro. Alta, encapuchada, con un manto gris que parecía absorber la poca luz del lugar. Su rostro estaba cubierto por una máscara hecha de espejos diminutos. Cada fragmento reflejaba una versión distorsionada del rostro de Ego.


—¿Quién eres? —preguntó, con más furia que miedo.


—Me conoces bien. Me has alimentado durante años. Me llamo… Sesgos Inconscientes.


IV. El Libro de la Verdad


Sesgos Inconscientes le ofreció un libro. Era grueso, pesado, con tapas de cuero envejecido. En la portada no había título, solo una huella dactilar grabada en oro.


Ego lo abrió. En cada página había escenas de su vida: momentos cotidianos, decisiones laborales, discusiones familiares, rechazos silenciosos. En los márgenes, pequeños símbolos marcaban cada historia: una balanza inclinada, una venda en los ojos, un espejo astillado.


Leyó una historia sobre cómo eligió a su actual subgerente entre cinco candidatos.


Recordaba haber sentido que el joven "transmitía más liderazgo". Pero al releer los perfiles, Ego se dio cuenta de que la mujer con más experiencia fue descartada sin justificación clara. Era “demasiado seria”, se había dicho.


—Fuiste tú —susurró Ego—. Tú me hiciste decidir eso.


Sesgos Inconscientes lo miró en silencio.


—No, Ego. Yo no te obligo. Solo te susurro lo que ya crees, lo que te resulta cómodo. Tú decides escucharme… o no.


V. Los Espejos Rotos

Las paredes comenzaron a llenarse de espejos. Cada uno mostraba una versión diferente de Ego: en uno era arrogante; en otro, indiferente; en otro, inseguro y temeroso. En todos, sus ojos eran distintos: en uno, fríos. En otro, vacíos. En otro, llorosos.


—¿Quién soy realmente? —preguntó, con voz quebrada.


Sesgos Inconscientes se acercó y apoyó una mano en su hombro.


—Eres todas esas versiones… y ninguna. Pero has vivido creyendo que eras solo la más cómoda, la más fuerte, la más “correcta”. Te convertiste en tu reflejo favorito, no en tu reflejo más verdadero.


—Entonces, ¿cómo me libero de ti?


—No puedes. Yo soy parte de ti. Pero puedes aprender a verme… y no dejar que decida por ti.


VI. El Juicio Silencioso

Ego fue conducido a una nueva habitación. Era un teatro vacío, con un solo asiento bajo el reflector. Al sentarse, frente a él apareció una pantalla.


Allí se proyectaron momentos que había olvidado —o querido olvidar—: cuando interrumpió a una colega en una reunión sin darse cuenta. Cuando asumió que un colega migrante no sabía usar ciertas herramientas. Cuando evitó mirar a los ojos a una persona con discapacidad porque no sabía “qué decirle”.


—Yo no soy una mala persona —dijo.


—No. Pero te acostumbraste a no mirar. Te acostumbraste a decidir desde lo que conoces… y lo que conoces ha sido moldeado por tu historia, tu entorno, tu privilegio. Lo que crees neutral… no lo es.


Ego no respondió. Solo miró la pantalla, una y otra vez.


VII. La Máscara del Otro


Sesgos Inconscientes retiró su máscara. Ego esperaba ver un monstruo. Pero lo que vio lo dejó helado:era él mismo.


—¿No lo entiendes todavía? Yo no soy un “otro”. Yo soy tu reflejo. Yo soy la suma de todo lo que nunca cuestionaste. Y solo cuando me reconozcas… podrás empezar a ver de verdad.


VIII. El Despertar (Real)


Ego parpadeó. La habitación desapareció.


Estaba de vuelta en su oficina. La taza de café humeante. La bandeja de entrada llena. Las reuniones programadas como siempre. ¿Había sido un sueño?


Quizás sí. O quizás… por fin había despertado.


En el borde de su monitor, una nota adhesiva que no recordaba haber pegado decía:

“No olvides que ves con los ojos de quien has sido. Elige ahora quién quieres ser.”


Le temblaron las manos.


Abrió el currículum de una candidata que había descartado el día anterior.


La releyó. Esta vez, con nuevos ojos.


Enseñanza final:

No somos tan racionales ni tan imparciales como creemos. El ego crea una narrativa en la que siempre somos el héroe, el sabio, el justo. Pero los sesgos inconscientes habitan en los rincones invisibles de nuestras decisiones. Reconocerlos no nos hace débiles; nos hace humanos.Y mirar de frente al espejo roto… puede ser el acto más valiente de todos.


Una historia sobre el Ego, los Sesgos Inconscientes… y la verdad que nos habita.


PD: esta historia no tiene nombre ni apellido, si se siente ofendido u ofendida, preguntese a si mismo o misma porque o vaya con un especialista, el objetivo es promover otros espacios


 
 
 

Entradas recientes

Ver todo
Presidente n° 47 de EE.UU.

Me alegro del hecho de que haya logrado el ganar la elección el año pasado, esto dado que como se comentaban sobre ciertos desacuerdos en...

 
 
 

Comments


Pero hay que recordar en la vida que hay un positivo para cada negativo y un negativo para cada positivo
Anne Hathaway

Donde va tu atención, fluye la energía

Tony Robbins

 

Lo que no te mata, te hace más fuerte

Mientras unos lloran, otros venden pañuelos

Dios, pon tus palabras en mi boca
No clasifiques al mundial, gana el mundial
Radio éxito o radio miseria
Resiste la tentación de volver a la comodidad y pronto verás los frutos

Se tu mayor fan

Margarita Pasos, Entrenadora Fortune 500

 

Todos somos iguales como almas, pero no todos somos iguales en el mercado

Jim Rohn


Los/as líderes que valoran a sus personas las empoderan

John Maxwell


Mantén el corazón abierto. Estamos programados para encontrar el amor.
Helen Fisher

Lo que NO estás cambiando, lo estás eligiendo

L. Buchanan

Por lo que el Hombre sucumbe, por ello vence

Los Estoicos

(...) y mi motivación en mi carrera son ustedes. Las personas! 

C.S

 

... tarde o temprano al ... y al ......​
 

Somos el amor infinito.

Mr. Pedro ⚔️

​​

Te deseo lo mejor en tu día :)
Santiago

Santiago de Chile

bottom of page