🌌 El niño que buscaba el centro del universo
- Santiago Toledo Ordoñez
- 6 may
- 3 Min. de lectura
En un pequeño pueblo al pie de las montañas, donde las calles olían a pan recién horneado por las mañanas y los atardeceres teñían de naranja los techos de zinc, vivía un niño llamado Gael. Tenía nueve años, el cabello revuelto y una imaginación tan grande que muchas veces los adultos no sabían si estaban hablando con un pequeño soñador o con un filósofo disfrazado.
Cada noche, mientras los demás niños dormían, Gael trepaba en silencio al tejado de su casa con su linterna, su cuaderno de dibujo, y una vieja frazada. Acostado bajo las estrellas, pasaba horas contemplando el cielo.
—¿Dónde estará el centro del universo? —se preguntaba una y otra vez.
Para él, debía existir un punto exacto, un lugar oculto en medio de la oscuridad cósmica donde todo comenzó. Un corazón secreto del universo, como el núcleo de una fruta misteriosa. Y si pudiera encontrarlo, pensaba, quizá descubriría por qué existimos… o quién encendió la primera chispa de todo.
Durante semanas, Gael interrogó a todos los adultos que conocía.
—Abuelo, ¿tú sabes dónde está el centro del universo?
El anciano, que había sido pastor en su juventud, sonrió mientras afilaba su cuchillo de campo.
—Antes creíamos que era la Tierra, Gael. Luego dijeron que era el Sol. Pero ahora… quién sabe. Quizá Dios mismo se cansó de estar en el centro.
Gael no quedó satisfecho.
Preguntó también a su maestra de ciencias, la señora Clara, quien le mostró un video animado sobre el Big Bang.
—Imagina que el universo es como un globo que se infla —le dijo—. Si dibujas puntitos en su superficie y lo inflas, todos se alejan entre sí. No hay un centro real en la superficie. Así funciona el universo.
—Pero si el globo se infla, ¿desde dónde? —insistió él.
Clara lo miró con dulzura, como quien contempla algo demasiado grande para responder con certeza.
Incluso se atrevió a preguntar en la iglesia, un domingo por la mañana.
—Padre, ¿dónde está el centro del universo?
El sacerdote lo miró con ternura.
—Está en el corazón de Dios, hijo.
—¿Y dónde está Dios?
—En todas partes.
Gael salió con más preguntas que respuestas.
Un día, mientras hojeaba una vieja enciclopedia en la biblioteca del colegio, encontró el nombre de una científica chilena, Dra. Elvira Molina, que dirigía un observatorio astronómico en el norte del país. Había ganado premios internacionales, aparecido en documentales, y había dedicado su vida a estudiar las galaxias más lejanas del cosmos. Gael decidió que si alguien podía darle una respuesta, era ella.
Esa misma tarde, le escribió una carta con su mejor letra:
Estimada Dra. Molina,
Me llamo Gael y tengo 9 años. Vivo en un pueblo muy pequeño, pero me gusta mirar el cielo y pensar cosas grandes.
Mi pregunta es:¿Dónde está el centro del universo?
He preguntado a muchos adultos, pero todos me dan respuestas distintas.Algunos dicen que no hay. Otros dicen que está en Dios.Pero yo quiero saber lo que dice la ciencia.
Espero su respuesta,Gracias por mirar las estrellas,Gael.
La envió por correo postal. Esperó con paciencia durante días. Una semana. Luego dos. Justo cuando comenzaba a rendirse, una carta llegó con timbre del norte, dentro de un sobre azul oscuro, con letras redondeadas y cuidadosas:
Querido Gael,
Gracias por tu carta. Me alegra saber que hay niños que miran el cielo con tanta curiosidad.
Voy a ser lo más clara posible:
El universo, como lo entendemos hoy, no tiene un centro físico.Cuando ocurrió el Big Bang, no fue una explosión desde un punto dentro del espacio, sino una expansión del espacio mismo.Imagina que el universo es como la superficie de un globo. Si dibujas galaxias en ese globo y lo inflas, todas se alejan unas de otras, y no hay un punto privilegiado en esa superficie.
Eso significa que cada lugar del universo puede considerarse el centro de la expansión. Incluido tú.
Puede parecer extraño, pero la ciencia ha descubierto que no necesitamos un centro único para que todo tenga sentido. Lo que importa no es un punto fijo en el espacio, sino las relaciones entre todas las partes del universo. Cada una importa. Cada una lleva consigo parte de la historia del cosmos.
Así que, en cierto sentido, estás en lo correcto al hacer esa pregunta.El centro del universo está donde tú decidas buscarlo.
Con afecto, Dra. Elvira Molina Observatorio de Atacama
PD: es solo una historia
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