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General Manuel Baquedano: El Estratega de la Guerra del Pacífico

El nombre del General Manuel Baquedano González está estrechamente vinculado a una de las etapas más decisivas de la historia chilena: la Guerra del Pacífico. Su liderazgo militar, disciplina férrea y capacidad estratégica lo convirtieron en una figura central del conflicto, y su legado sigue presente tanto en la memoria histórica como en el espacio público de Chile.


Orígenes y formación


Nacido en Santiago el 1 de enero de 1823, Manuel Baquedano fue hijo del militar Fernando Baquedano y de Teresa González de Labra. Desde joven se vinculó al Ejército, ingresando a la Escuela Militar a los 15 años. Participó en la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839) y en la Guerra Civil de 1851, lo que le permitió adquirir experiencia en combate y ascender dentro de las filas militares.


Su rol en la Guerra del Pacífico (1879–1884)


Durante el conflicto entre Chile, Perú y Bolivia, Baquedano fue nombrado jefe del Ejército en campaña tras la renuncia de Erasmo Escala. Su ascenso se debió en parte a su reputación de disciplina y su carácter firme, aunque también generó divisiones internas dentro del alto mando.


Baquedano condujo las fuerzas chilenas en las campañas más decisivas del conflicto, incluyendo las batallas de Tacna, Arica y Chorrillos. Su liderazgo fue fundamental para la ocupación de Lima en 1881, un hito que marcó el fin efectivo de las grandes operaciones militares de la guerra.


Un liderazgo con luces y sombras


Si bien su estrategia militar fue efectiva, su figura no estuvo exenta de críticas. Algunos sectores lo consideraban autoritario e inflexible, especialmente en la forma en que trataba a sus subordinados. Sin embargo, otros lo destacaban como el hombre que supo mantener la cohesión del ejército en momentos de tensión política y conflicto interno.


Tras la ocupación de Lima, Baquedano optó por retirarse progresivamente de la vida militar activa, aunque su nombre se mantuvo como símbolo del poder militar chileno.


Participación política


En 1891, durante la Guerra Civil entre el presidente José Manuel Balmaceda y el Congreso, Baquedano fue llamado a presidir una junta provisional como Jefe de Estado interino, intentando mantener el orden en un país dividido. Su rol fue transitorio y se mantuvo al margen de las pugnas ideológicas.


Legado


El General Baquedano falleció el 30 de septiembre de 1897. Su imagen ha sido conmemorada a través de múltiples homenajes: calles, escuelas y monumentos llevan su nombre, siendo el más emblemático la estatua ecuestre que hasta 2021 se encontraba en la Plaza Baquedano en Santiago, centro simbólico de manifestaciones y protestas.


Hoy en día, su figura genera debates: para algunos es un héroe nacional; para otros, una expresión de un pasado militarista que debe ser revisado a la luz de los valores democráticos actuales.


Manuel Baquedano fue un hombre de su época: un militar forjado en la guerra, con un fuerte sentido del deber y una visión jerárquica del poder. Su influencia en la historia de Chile es innegable y, como todo personaje histórico relevante, su legado está abierto a interpretaciones. Comprender su rol con mirada crítica permite no solo honrar la historia, sino también aprender de ella.


Diversas investigaciones históricas y registros de la masonería chilena indican que Baquedano fue miembro de la Gran Logia de Chile, una de las instituciones masónicas más importantes del país. Su pertenencia a la masonería no fue un caso aislado, ya que muchos líderes políticos, militares e intelectuales del siglo XIX en América Latina —incluidos Bernardo O’Higgins, José de San Martín y Simón Bolívar— también fueron masones.


¿Qué implicaba ser masón en su época?

Ser masón en el siglo XIX no significaba necesariamente secretismo ni conspiración, como a veces se sugiere popularmente. La masonería en ese tiempo era una organización influyente en la formación de repúblicas, laicismo, educación pública, libertad de pensamiento y separación Iglesia-Estado. En el caso de Chile, muchos miembros de la élite liberal eran masones y promovían reformas modernizadoras.


En ese contexto, Baquedano encarnaba no solo el perfil del militar disciplinado y nacionalista, sino también el del ciudadano comprometido con ciertos valores ilustrados promovidos por la masonería, como la fraternidad, la justicia y la razón.


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