¿Por qué las llamamos “soft skills” si son lo más duro que enfrentamos en la vida?
- Santiago Toledo Ordoñez
- 8 jul
- 2 Min. de lectura
En el mundo corporativo y educativo, se habla cada vez más sobre la importancia de las soft skills: habilidades como la empatía, la comunicación asertiva, la escucha activa, la resolución de conflictos o la colaboración. Sin embargo, el término “soft” (blando o suave) genera una contradicción profunda y reveladora: ¿cómo puede considerarse blando lo que sostiene nuestras relaciones, liderazgos, vínculos y redes humanas?
Llamarlas "soft" implica —de forma inconsciente o no— que estas habilidades son secundarias, emocionales, poco cuantificables o incluso frágiles. Se instala así la falsa idea de que lo emocional, lo interpersonal y lo humano es menos “efectivo” o menos “rentable” que lo técnico o lo racional.
Pero veamos la verdad: no hay nada más difícil, retador y esencial que desarrollar la capacidad de convivir, liderar, influir, colaborar y crecer con otros.
¿Quién decidió llamarlas “soft”?
El término fue popularizado por el ejército estadounidense en los años 70 para diferenciar las habilidades técnicas (como operar maquinaria o aplicar procedimientos) de aquellas relacionadas con el liderazgo, el trabajo en equipo o la toma de decisiones bajo presión. Paradójicamente, esas “habilidades blandas” eran claves para sobrevivir y liderar en medio de la guerra.
Nombrarlas así revela una visión funcionalista y fragmentada de lo humano. Una mirada fría, técnica, despersonalizada. Como si cuidar al otro, valorar al equipo, o comunicar desde la empatía fueran actos débiles. Como si conectar emocionalmente restara eficacia, cuando en realidad es lo que potencia la productividad, la innovación y la resiliencia organizacional.
¿Blandas? No. Son habilidades transformadoras
Si algo hemos aprendido en los últimos años —en medio de pandemias, crisis y cambios globales— es que las habilidades relacionales no son un adorno, son un músculo que define nuestra capacidad de adaptación.
Ser empático no es frágil, es estratégico.
Saber escuchar no es suave, es inteligente.
Cuidar las relaciones no es romántico, es profundamente rentable.
Saber manejar emociones no es secundario, es la base del liderazgo sostenible.
Estas habilidades son medibles, entrenables, mejorables y tienen un impacto directo en los resultados de una empresa, un equipo o una comunidad. Y también en nuestra salud mental, bienestar y propósito de vida.
Renombrar lo humano
Tal vez sea hora de dejar de llamarlas soft skills y comenzar a reconocerlas por lo que realmente son:core skills, essential skills, human skills, habilidades estratégicas, vinculares o incluso habilidades complejas.
Porque no hay software ni algoritmo que reemplace la capacidad de generar confianza, manejar una crisis con humanidad o inspirar a otros desde la autenticidad. Y porque llamar suave al arte de relacionarse es minimizar el trabajo más profundo que todo ser humano debe hacer para crecer.
Llamarlas soft no solo es un error semántico, sino una distorsión cultural. Quien las ve como blandas, quizás no ha desarrollado aún la capacidad de conectar. Y en un mundo cada vez más tecnológico, automatizado y acelerado, lo humano ya no es lo complementario: es lo imprescindible

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