¿Por qué los países celebran más las guerras que el desarrollo humano?
- Santiago Toledo Ordoñez
- 8 jul
- 2 Min. de lectura
Es común ver naciones conmemorando batallas, honrando a soldados caídos y celebrando fechas que marcaron victorias militares. Las calles se llenan de banderas, los discursos hablan de gloria y resistencia, y las escuelas enseñan nombres de héroes de guerra.
Pero... ¿cuántas fechas patrias recuerdan el día en que se erradicó el analfabetismo?¿Cuántas estatuas se erigen en honor a quienes ampliaron derechos o construyeron sistemas de salud, educación o bienestar?
La historia oficial tiende a glorificar los conflictos armados y minimizar los logros relacionados con el desarrollo humano. Esta desigual valoración responde a varios factores estructurales:
Las guerras crean relatos épicos: fáciles de narrar, llenos de enemigos, sacrificios y triunfos.
El poder simbólico de la violencia ha sido históricamente más visible que el de la educación, la salud o la equidad.
El nacionalismo se nutre del conflicto: “vencimos a otro”, en lugar de “elevamos a todos”.
Los sistemas educativos y políticos perpetúan estas narrativas para reforzar la unidad nacional, incluso a costa de invisibilizar avances sociales más significativos.
El desarrollo humano es silencioso y lento, pero profundo: no ofrece grandes gestos, sino transformaciones cotidianas que cambian vidas desde la raíz.
¿Qué pasaría si redefiniéramos el concepto de “grandeza nacional”?
Imagina un país donde:
Se celebren los avances en derechos humanos, inclusión o justicia social.
Se honre a quienes diseñaron políticas que sacaron a millones de la pobreza.
Se reconozca como patriótico invertir en salud mental, educación pública o cuidado ambiental.
Se considere heroico no solo defender una frontera, sino garantizar que nadie quede atrás.
El desarrollo humano no es menos épico. Solo que exige visión a largo plazo, compromiso ético y amor por la vida de todos, no solo de quienes ganaron una guerra.
Es momento de preguntarnos como sociedades:
¿Por qué nos emociona más una victoria militar que una generación que accede a educación gratuita y de calidad?
Cambiar la narrativa importa. Lo que una nación decide recordar y celebrar define su presente y su futuro. Si seguimos glorificando la guerra y olvidando el desarrollo humano, reproducimos valores que sostienen la desigualdad y la exclusión.
"Un país no se mide por sus conquistas militares, sino por el bienestar, la dignidad y las oportunidades que ofrece a su gente."
No necesitamos más héroes de guerra. Necesitamos más héroes del desarrollo humano.

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