¿Puede haber inclusión en un mundo exclusivo?
- Santiago Toledo Ordoñez
- 2 jul
- 2 Min. de lectura
Hablemos claro:no se puede hablar de inclusión real en un sistema que sigue premiando la exclusión.
Podemos tener políticas de diversidad, capacitaciones en sesgos inconscientes y equipos "multiculturales", pero si la estructura sigue intacta —si el poder, las oportunidades y la influencia están reservados para unos pocos— entonces lo que estamos haciendo no es inclusión, es maquillaje.
La exclusión está en el diseño
Muchas organizaciones quieren “incluir” sin incomodar, sin cambiar lo esencial, sin tocar el fondo. Pero la inclusión que no cuestiona ni transforma el sistema es solo integración condicionada: te dejamos entrar, siempre y cuando te adaptes al molde que ya existe.
¿Dónde queda entonces la autenticidad? ¿La equidad? ¿El derecho a aportar desde lo que realmente somos?
Incluir no basta: hay que redistribuir
La verdadera inclusión implica redistribuir poder, visibilidad y recursos. No basta con tener personas diversas en la mesa si no se les escucha, si no se les toma en cuenta al momento de decidir, diseñar, liderar.
Dejar que alguien entre a una sala donde no puede hablar, decidir ni cambiar nada no es inclusión, es tokenismo.
No podemos seguir romantizando el cambio
La inclusión no es una palabra bonita para poner en un valor corporativo. Es una práctica incómoda. Implica revisar procesos, cuestionar privilegios, cambiar normas, redistribuir beneficios.Y sí, puede doler. Porque muchas veces significa ceder terreno.
Pero si no estamos dispuestos a hacer eso, entonces no estamos construyendo un entorno inclusivo. Estamos perpetuando un club exclusivo con mejor marketing.
Entonces, ¿puede haber inclusión en un mundo exclusivo?
No, no realmente. Al menos no sin transformación.
La inclusión no puede ser un parche en un sistema que sigue reproduciendo desigualdad. Tiene que ser una decisión política y cultural de rediseñar lo que entendemos por éxito, liderazgo, productividad y pertenencia.
Hasta que eso no ocurra, la inclusión seguirá siendo un discurso más que una realidad.
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