Voto Nulo y el Lanzamisiles
- Santiago Toledo Ordoñez
- 24 jun
- 3 Min. de lectura
Capítulo I: El país de Todos y Nadie
Había una vez un país llamado La República de Todos, aunque algunos lo llamaban en secreto El Territorio de Nadie. Sus habitantes vivían ocupados, apurados, y a veces frustrados. Tenían trabajo, cuentas que pagar, redes sociales que revisar, programas que ver. Tenían elecciones cada cuatro años, leyes que los afectaban todos los días, y decisiones que tomaban otros, supuestamente en su nombre.
Pero a pesar de todo eso, la mayoría de las personas no participaba. Decían cosas como:
—"Son todos corruptos".—"¿Para qué voy a votar si ya está todo arreglado?"—"Mi opinión no vale nada".—"No tengo tiempo para política".—"Prefiero no meterme".
Y así, entre la apatía, la frustración y el escepticismo, nacieron dos personajes fundamentales para esta historia: Voto Nulo y Lanzamisiles.
Capítulo II: El joven indiferente
Voto Nulo no siempre fue llamado así. De pequeño, tenía ideas, hacía preguntas y soñaba con un mundo mejor. Pero mientras crecía, se fue topando con adultos que lo apagaban:—"Eso no sirve de nada".—"Aquí las cosas no cambian".—"Mejor quédate callado".
Así aprendió a desconfiar, a no esperar nada y a asumir que la política era una farsa. Cuando tuvo edad para votar, su primera elección fue ir, mirar la papeleta... y escribir una grosería. Lo llamó “libertad de expresión”. Y desde entonces, cada elección hacía lo mismo. O a veces ni iba. Se decía a sí mismo:—"Lo que yo haga no importa. Al final todos hacen lo que quieren".
Voto Nulo vivía en un pequeño departamento, trabajaba largas horas y llegaba cansado. Soñaba con viajar, con tener una mejor vida, pero sentía que el mundo estaba en su contra. No tenía tiempo para informarse. No confiaba en nadie. Le molestaba la desigualdad, pero no sabía qué hacer con esa rabia.Y así, día tras día, se volvía más pasivo. Su única acción política era la inacción.
Capítulo III: El amante del poder
Lanzamisiles, por otro lado, era un experto en estrategias. Desde joven había aprendido a leer a la gente. No para entenderla, sino para manipularla. No le interesaba el bien común. Solo quería una cosa: control.
Sabía que la ignorancia era su mejor aliada. Que el miedo moviliza más que la esperanza. Que mientras más desinformadas estuvieran las personas, más fácil era gobernarlas.Y sobre todo, sabía que el silencio de la mayoría era su camino directo al poder.
Cada vez que había elecciones, Lanzamisiles hacía campaña con frases llamativas, sin contenido real. Prometía “orden”, “seguridad”, “recuperar los valores” y “mano dura contra los flojos”.Sabía que no necesitaba a toda la ciudadanía. Solo a la suficiente. Bastaban unos cuantos votos más que su oponente. Los demás, los que se quedaban en casa, los que votaban en blanco o anulaban… lo ayudaban sin saberlo.
—"Gracias, Voto Nulo" —decía con una sonrisa torcida.
Capítulo IV: Las consecuencias
Con cada victoria, Lanzamisiles ganaba más poder. Y con él, más libertades para restringir. Comenzó por cerrar programas sociales, luego censuró medios de comunicación, militarizó las calles y criminalizó las protestas. Implementó políticas que afectaban a los más vulnerables: los que no sabían cómo defenderse, los que no tenían redes, ni recursos, ni voz.
Una mañana, Voto Nulo despertó con una notificación: su prima había sido herida en una protesta. Su vecino había perdido el empleo porque la empresa fue comprada por un fondo extranjero incentivado por el nuevo gobierno. Su antiguo colegio público sería cerrado por “ineficiente”.
Y entonces, sintió una mezcla de culpa y confusión.
—"¿Cómo pudo pasar esto?" —preguntó, casi llorando.
Una mujer mayor que escuchaba desde la banca del parque le respondió sin levantar la voz:—"Pasó porque muchos como tú prefirieron no elegir. Porque cuando no eliges, dejas que otros lo hagan por ti. Incluso los peores."
Voto Nulo se sintió desmoronar por dentro. Nunca había pensado que su apatía pudiera hacer daño a otros. Había creído que estaba siendo libre, que al no participar estaba protestando. Pero ahora entendía que su silencio fue cómplice. Que su comodidad fue violencia encubierta para los demás.
Capítulo V: El despertar
Esa noche, Voto Nulo no durmió. Se quedó leyendo, viendo documentales, preguntando, buscando respuestas. Por primera vez, se sintió parte de algo más grande. Comprendió que no bastaba con no ser corrupto: había que actuar. No bastaba con estar en desacuerdo: había que participar.
Decidió entonces cambiar de nombre. Ya no quería ser Voto Nulo. Se llamaría Ciudadano Activo.
Y como Ciudadano Activo, se propuso:
Escuchar con empatía.
Dialogar con respeto.
Informarse antes de opinar.
Participar en organizaciones, asambleas, y sobre todo: en las elecciones.
Inspirar a otros que todavía se sentían como él antes.
Cada día, Ciudadano Activo hablaba con un amigo diferente. Algunos lo trataban de ingenuo. Otros se reían. Pero algunos… algunos empezaron a escuchar.
Y esos pocos, se convirtieron también en Ciudadanos Activos.
y si no te gusta, postulate tu, para que veas las implicancias y el involucramiento de hacer un cambio
Comments