El Aliento de la Montaña
- Santiago Toledo Ordoñez
- 21 ene
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 21 ene
En lo profundo de los Andes, se erguía una montaña que los habitantes de los valles llamaban Kuyani, la eterna guardiana. Según la leyenda, no era una montaña cualquiera: en su interior dormía un espíritu antiguo que daba vida a los vientos que surcaban la región. Los ancianos decían que estos vientos llevaban el aliento de la montaña, capaz de sanar corazones y traer claridad a quienes escucharan su voz.
Inti, un joven pastor, siempre había sentido una conexión especial con la montaña. Desde niño, pasaba largas horas observando cómo las nubes danzaban a su alrededor y cómo el viento jugaba con las hojas. Aunque no lo sabía, su destino estaba ligado a Kuyani de una forma que cambiaría su vida.
Una tarde, mientras cuidaba a su rebaño en las laderas, un viento frío y poderoso comenzó a soplar. No era como los vientos suaves que solían acariciar el valle; este parecía llevar una urgencia, un mensaje desesperado. Inti, intrigado, decidió seguirlo.
El viento lo guió a una cueva en la base de la montaña, un lugar que los habitantes del valle evitaban por temor a lo desconocido. Pero Inti, armado con su curiosidad y su fe en Kuyani, entró. Dentro, la cueva era un laberinto de túneles iluminados por una tenue luz azul que parecía emanar de las paredes mismas.
Al llegar al corazón de la montaña, encontró un lago cristalino rodeado de estalagmitas que brillaban como estrellas. Allí, el viento se arremolinaba, formando un remolino de aire y luz. Entonces, una voz profunda y serena resonó:
*"Hijo de la tierra, he observado tu corazón puro y tu deseo de proteger a los tuyos. El equilibrio de esta región está en peligro. Las tierras se secan, los vientos pierden su fuerza y los ríos se desvanecen. Necesito un guardián que lleve mi aliento al mundo y recuerde a los hombres que deben cuidar lo que han olvidado."*
El espíritu de la montaña le mostró imágenes de un futuro sombrío: campos áridos, animales muriendo, y personas dejando el valle en busca de sustento. Pero también le mostró la esperanza: si Inti aceptaba el llamado, podría ayudar a restaurar el equilibrio.
Sin dudarlo, Inti aceptó. El espíritu le entregó un talismán tallado en piedra, que contenía la energía del viento y de la montaña. Cuando lo tomó, sintió una fuerza recorrer su cuerpo y una conexión profunda con Kuyani.
De regreso al valle, Inti usó su nueva capacidad para guiar a su pueblo. Los vientos soplaban donde él dirigía su talismán, trayendo lluvias a los campos secos y disipando tormentas peligrosas. Pero más que eso, enseñó a los suyos a respetar y cuidar la tierra, entendiendo que la montaña y el viento eran parte de un ciclo sagrado.
Con el tiempo, Inti se convirtió en una leyenda, y su nombre quedó grabado junto al de Kuyani, como el joven que escuchó el llamado de la montaña y llevó su aliento al mundo.

Kommentare