Raíces Ocultas: El Secreto del Crecimiento que Despierta
- Santiago Toledo Ordoñez
- 8 feb
- 2 Min. de lectura
En el susurro del viento y el canto del sol,
un árbol comienza su viaje, buscando su rol.
En la oscuridad del suelo, sus raíces se expanden,
hacia un mundo oculto, donde su vida se agita y manda.
Con cada paso, la semilla en su esencia guarda,
el misterio del tiempo, la paz que nunca tarda.
Desde su primer brote, con cuidado y sin prisa,
el árbol florece, abrazando su premisa.
Raíces profundas, en la tierra se entierran,
en la quietud del suelo, su fuerza se aferra.
Sostenido por la calma, por la bondad del viento,
crece con esperanza, abrazando su tiempo.
El tronco se alza, firme ante el cielo y el mar,
y con cada latido, se reencuentra con su lugar.
Cicatrices invisibles adornan su andar,
como marcas de vida, que nunca dejan de enseñar.
Las ramas se extienden, buscando luz y calor,
como manos abiertas que danzan con amor.
Cada hoja es un testamento de su evolución,
de un crecimiento lento, sin prisa, con devoción.
A veces llega la tormenta, fuerte y tempestuosa,
y el árbol se dobla, pero no se deja envenenosa.
Sabe que la lluvia, aunque dura y cruel,
es parte del ciclo que la tierra le da con fiel.
La estación del otoño, con su melancolía,
trae consigo el saber de la sabiduría.
Las hojas caen, pero el árbol no llora,
pues sabe que el cambio es parte de la aurora.
Bajo el sol radiante, cada nuevo brote nace,
como un recordatorio de que el tiempo no deshace.
La primavera canta con frescura y amor,
y el árbol sigue su senda, sin temer al dolor.
Y en cada estación, en cada amanecer,
el árbol crece, sin dejar de aprender
Orgánico, natural, un ciclo sin final,
una danza perpetua, en su esencia celestial.
Así, el árbol nos enseña a crecer sin apuro,
a abrazar lo que somos, con paso seguro.
Con raíces profundas, nos elevamos al sol,
creciendo sanamente, abrazando el rol.
Cada cicatriz, cada anillo en su ser,
es testigo de un camino que nos puede entender.
Crecimiento que no es prisa, ni miedo, ni ansiedad,
sino un proceso de vida, lleno de claridad.
Y al final del viaje, cuando el árbol ya es rey,
su sombra brinda paz a quienes descansan en su ley.
Un crecimiento sano, orgánico y fiel,
como un árbol sabio, que nunca pierde su papel.

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