No Entendía Ni una Palabra del Gurú… Hasta Que Todo Tuvo Sentido
- Santiago Toledo Ordoñez
- 5 feb
- 2 Min. de lectura
El sol se alzaba en el horizonte cuando Nicolás llegó al pequeño ashram en las montañas. Había recorrido medio mundo para encontrar respuestas a las preguntas que lo atormentaban: ¿Cuál era su propósito? ¿Cómo encontrar la paz en un mundo tan caótico? Le habían hablado de un gurú que vivía en ese lugar, un hombre cuya sabiduría trascendía generaciones.
Al entrar, un joven discípulo lo recibió con una reverencia.
—El maestro te espera —dijo con voz serena.
Nicolás siguió al joven hasta un jardín donde un anciano de mirada profunda meditaba bajo un árbol de sándalo. No llevaba túnicas extravagantes ni tenía un aura de misticismo exagerado. Era simplemente un hombre, pero su presencia irradiaba algo difícil de describir.
—Maestro —dijo Nicolás con humildad—, he venido desde muy lejos para encontrar respuestas.
El gurú lo observó en silencio y luego habló con voz grave y pausada:
—तत् त्वम् असि (Tat Tvam Asi).
Nicolás parpadeó. No entendía nada. Miró al discípulo en busca de ayuda, pero el joven solo sonrió con respeto, como si aquella frase lo explicara todo.
—Eh… lo siento, maestro, no hablo sánscrito —balbuceó Nicolás, sintiéndose torpe.
El anciano inclinó la cabeza y, tras unos segundos de reflexión, señaló un pequeño estanque.
—Mira el agua —dijo con un acento extraño.
Nicolás se inclinó y vio su reflejo.
—¿Qué ves? —preguntó el anciano.
—A mí mismo —respondió Nicolás.
El gurú tomó una piedra y la lanzó al estanque. Las ondas distorsionaron la imagen.
—Ahora, ¿qué ves?
—Solo formas borrosas…
El maestro sonrió.
—Así es la mente cuando está inquieta. No puedes ver la verdad si tu interior está perturbado. Antes de buscar respuestas en mí, primero debes aprender a calmar tus propias aguas.
Nicolás asintió lentamente, empezando a comprender.
—¿Eso significa… que la verdad ya está dentro de mí?
El anciano sonrió con complicidad y respondió nuevamente en sánscrito:
—अहं ब्रह्मास्मि (Aham Brahmasmi).
Nicolás suspiró, dándose cuenta de que aquel viaje sería más difícil de lo que imaginaba. No solo debía aprender a calmar su mente… también tendría que aprender sánscrito.
Y así, su búsqueda recién comenzaba.

Comments