¿Es el amor un arte? - Reflexión sobre el primer capítulo de El arte de amar
- Santiago Toledo Ordoñez
- 8 ene
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 19 ene
El primer capítulo de El arte de amar de Erich Fromm plantea una pregunta fundamental: ¿el amor es una habilidad que se aprende y se desarrolla, como cualquier otra forma de arte, o es simplemente una emoción espontánea y automática? Fromm establece las bases de su argumento al afirmar que el amor, lejos de ser un sentimiento que "nos sucede", es una práctica activa que requiere esfuerzo, conocimiento y dedicación.
La ilusión del amor como suerte
Fromm critica la idea romántica popular que retrata el amor como un evento mágico, algo que ocurre por casualidad o destino. Según él, esta percepción lleva a muchas personas a buscar constantemente al "compañero perfecto", sin darse cuenta de que el problema radica en su propia incapacidad para amar. En lugar de entender el amor como un arte que debe cultivarse, lo tratamos como un objeto de consumo, un bien que se obtiene sin esfuerzo.
Los elementos del arte
Fromm explica que, como en cualquier arte, el amor requiere:
1. Disciplina: Implica trabajar constantemente en nuestras relaciones y no dar el amor por sentado.
2. Concentración: Es esencial estar plenamente presente y dedicar tiempo y atención a las personas que amamos.
3. Paciencia: Las relaciones amorosas no florecen de la noche a la mañana; requieren tiempo para crecer y fortalecerse.
Además, señala que el amor es inseparable del conocimiento. Amar a alguien no es solo un sentimiento superficial; implica comprender profundamente a la otra persona, sus necesidades, sus miedos y sus anhelos.
La paradoja del amor
Fromm aborda una paradoja interesante: el amor implica la unión con otro ser sin perder la individualidad. No se trata de una fusión que borra nuestra identidad, sino de una conexión que respeta y enriquece a ambas partes.
Este capítulo es una invitación a reflexionar sobre nuestras concepciones del amor. Fromm nos reta a asumir la responsabilidad de amar, dejando de lado las fantasías idealizadas y enfrentando el desafío de cultivarlo como un arte. Solo al hacerlo, podremos experimentar el amor como una fuerza transformadora, capaz de enriquecer nuestras vidas y las de quienes nos rodean.
¿Estás dispuesto a ver el amor como un arte que se perfecciona con práctica y dedicación?


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