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La Historia de Elena: El Camino Hacia el Amor Verdadero

Actualizado: 19 ene

Elena siempre había creído que el amor era un acto de entrega sin límites, un sacrificio continuo por los demás. Desde pequeña, había sido la amiga leal, la hija que nunca dejaba de cuidar a sus padres, la colega dispuesta a ayudar a sus compañeros, siempre poniendo las necesidades ajenas por encima de las suyas. Pero a pesar de estar rodeada de personas que la querían, sentía una constante falta, una sensación de vacío que no lograba llenar con todo lo que daba.


Aunque todos la apreciaban por su generosidad, Elena comenzaba a preguntarse si realmente la querían por lo que ella era o simplemente por lo que podía ofrecer. Había perdido el contacto consigo misma, su identidad estaba tan entrelazada con las expectativas de los demás que no podía recordar lo que realmente la hacía feliz. Se preguntaba por qué, a pesar de ser tan querida, nunca se sentía realmente satisfecha.


Un día, después de una larga conversación con su amiga Laura, Elena se sintió tocada por unas palabras que resonaron profundamente en su interior. Laura, quien había atravesado su propio proceso de autoconocimiento, le dijo algo que nunca había escuchado antes con tanta claridad:


"Elena, el amor no es solo lo que das, sino lo que eres capaz de recibir. Para dar un amor verdadero, primero debes aprender a amarte a ti misma. No es egoísmo, es la base de todo lo demás."


Estas palabras se quedaron con Elena durante días. Le resultaba difícil imaginar cómo podría amarse a sí misma de una manera que no fuera egoísta o vanidosa, pero algo en su interior le decía que había más de lo que entendía. Decidió entonces embarcarse en un camino que no conocía, pero que sentía que era el único capaz de llevarla hacia una vida más plena.


Durante los primeros días de su viaje hacia el autodescubrimiento, Elena se encontró con muchos obstáculos internos. Estaba tan acostumbrada a preocuparse por los demás que se sintió culpable cada vez que tomaba tiempo para ella misma. Pero a medida que se adentraba en nuevas experiencias, comenzó a entender que no se trataba de poner a los demás en segundo plano, sino de aprender a cuidarse, a ser consciente de sus propios deseos y necesidades.


Empezó a dedicarse tiempo para meditar, para reflexionar sobre su vida y sus emociones. Poco a poco, descubrió pasatiempos que había olvidado por completo, como la pintura y la escritura. Comenzó a cuidar su cuerpo con más atención, haciéndolo no solo para verse bien, sino porque lo sentía necesario para su bienestar. Poco a poco, algo se transformó en ella. Ya no dependía de la aprobación ajena para sentirse válida, y comenzó a descubrir la fortaleza interna que siempre había tenido.


Elena entendió que el amor propio no se trataba de buscar la perfección, sino de aceptar su humanidad, con todas sus imperfecciones y cualidades. Aprendió a ser su propia amiga, a cuidarse como cuidaba a los demás, sin esperar nada a cambio, solo por el simple hecho de reconocer su propio valor.


Con el tiempo, su vida comenzó a transformarse. Sus relaciones ya no eran una carga ni una forma de validación constante. Ahora podía dar amor desde un lugar de abundancia interna, sin miedo a perderse en el proceso. Empezó a rodearse de personas que la apreciaban por lo que era, no solo por lo que podía hacer por ellas.


Fue entonces cuando conoció a Andrés. Él era amable y generoso, y aunque al principio pensó que podría ser solo otra relación que buscaría llenar un vacío en su vida, se dio cuenta de que algo había cambiado en ella. Ya no necesitaba su amor para sentirse completa; no había expectativas, ni miedo de perderse. Simplemente disfrutaba de su compañía, y lo más importante, se sentía capaz de recibir su amor sin sentir que debía "ganárselo".


La relación con Andrés fue diferente a cualquier otra que hubiera tenido antes. No se trataba de un amor dependiente, sino de un amor genuino, basado en el respeto mutuo y en la aceptación de cada uno tal y como era. Elena descubrió que, al aprender a amarse a sí misma, podía ofrecer un amor mucho más verdadero y profundo.


Al mirar al espejo, Elena vio a una mujer distinta. Ya no era solo la mujer que se entregaba sin reservas, sino una mujer que sabía lo que valía y que estaba dispuesta a compartir su vida con alguien que la apreciaba desde el mismo lugar. Entendió que el amor verdadero no surgía de la necesidad de llenar vacíos, sino de la abundancia de lo que ya habitaba en su corazón.


Elena vivió su vida con una nueva paz interior, sabiendo que el amor más importante era el que se daba a sí misma. Solo al lograr esa armonía interna pudo ver que, al final, el amor verdadero llega cuando uno es capaz de ofrecerlo desde la plenitud de quien es. Y así, el vacío que había sentido durante tanto tiempo se desvaneció, porque al amarse a sí misma, Elena finalmente había encontrado lo que siempre había buscado: un amor genuino, sin condiciones, sin expectativas, pero lleno de significado y de vida.

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La historia de Elena refleja las ideas de Erich Fromm en su libro El arte de amar, específicamente su concepto del amor a uno mismo. Fromm explica que el amor propio no debe confundirse con el egoísmo ni la vanidad, sino que es un acto de reconocimiento y cuidado hacia uno mismo, necesario para poder establecer relaciones saludables con los demás.
En el caso de Elena, su vida refleja la búsqueda constante de validación externa. Ella siempre daba amor a los demás, pero sentía un vacío interior porque no se valoraba a sí misma. Este vacío es un claro ejemplo de lo que Fromm menciona: cuando una persona no se ama a sí misma, no puede dar un amor genuino ni recibirlo plenamente. Elena, como muchos, había centrado su vida en las expectativas y necesidades ajenas, olvidándose de sí misma.
Al igual que Fromm sostiene, Elena comenzó a comprender que el amor propio no es un acto egoísta, sino un proceso fundamental para ser capaz de dar amor verdadero a los demás. Elena inicia su viaje hacia el amor propio cuando decide poner atención en su bienestar, cuidar su cuerpo y mente, y reconocerse como alguien valioso por sí misma, no dependiendo de la aprobación externa. Este proceso, de acuerdo con Fromm, le permitió liberar espacio en su vida para el amor genuino, tanto para sí misma como para los demás.
Fromm también subraya que el amor propio se basa en la autocomprensión, en la aceptación de uno mismo con todos los defectos y virtudes. En la historia de Elena, esta aceptación llega cuando ella aprende a ver sus imperfecciones y fortalezas con compasión. Deja de perseguir la perfección, y en su lugar, se permite ser humana, entendiendo que el verdadero amor nace de la autenticidad y el respeto propio. Este es el mismo enfoque que Fromm propone en su libro: el amor propio se da cuando somos capaces de cuidarnos y tratarnos con respeto y dignidad.
Finalmente, en la historia de Elena, su relación con Andrés ejemplifica lo que Fromm describe como el amor verdadero, que no está basado en la necesidad o la dependencia, sino en el amor que surge desde un estado de plenitud. Elena ya no busca la aprobación de Andrés ni de nadie más, porque se ha amado y aceptado a sí misma. Al hacerlo, puede dar un amor más libre y desinteresado, algo que Fromm considera esencial para las relaciones auténticas. Así, la historia de Elena se alinea con la propuesta de Fromm de que el amor a uno mismo es la base sobre la cual se construye un amor genuino hacia los demás.
La transformación de Elena, al aprender a amarse a sí misma, es un reflejo directo de las enseñanzas de Fromm en El arte de amar. El amor propio es el pilar que permite establecer relaciones profundas y saludables, tanto con uno mismo como con los demás.

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