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La Tóxica y la Sana: Un Viaje de Amor Propio

Actualizado: 25 ene

Daniel siempre había tenido una debilidad por lo complicado. Para él, las relaciones apasionadas, llenas de altibajos, eran sinónimo de intensidad, de un amor real. Pero todo cambió cuando conoció a Camila, una mujer que irradiaba fuerza, carisma y un toque de misterio. Desde el principio, su relación estuvo marcada por una química innegable. Sin embargo, también estaba llena de discusiones constantes, celos y una sensación de vacío que lo atormentaba.


A pesar de todo, Daniel no podía soltarla. Se convencía de que ese amor era especial, único, y que las peleas eran solo una prueba de lo profundo de su conexión. Pero cada vez que intentaban sanar la relación, volvían a caer en los mismos patrones. Camila, como él mismo, tenía heridas profundas que proyectaba en su forma de amar. Sin embargo, lo que realmente transformó su perspectiva fue darse cuenta de que su forma de relacionarse con ella estaba más vinculada a sus propias carencias emocionales que a lo que ella hacía o dejaba de hacer.


Una noche, después de una discusión que dejó a ambos exhaustos, Camila rompió el silencio:

—Daniel, ¿te das cuenta de que quizás el problema no solo soy yo? Hay algo en cómo buscas vivir este amor que no te deja avanzar.


Sus palabras lo dejaron helado. Durante años había culpado a sus parejas, a las circunstancias, incluso al destino, por el fracaso de sus relaciones. Pero nunca había considerado que la raíz del conflicto también estuviera en cómo vivía el amor y en los patrones que buscaba repetir.


A partir de ese momento, Daniel comenzó un proceso de introspección. Recordó cómo, desde joven, había buscado emociones fuertes para llenar un vacío que no entendía del todo. Le atraían las relaciones llenas de drama porque le daban la ilusión de estar vivo, de sentirse querido, aunque fuera a través de conflictos.


Se dio cuenta de que, aunque Camila tenía sus propios problemas, no era justo culparla por completo. La química que tanto lo atraía en sus relaciones no era amor, sino un ciclo destructivo alimentado por sus inseguridades y miedo al abandono. Reconoció que ambos estaban atrapados en una dinámica tóxica, y que él podía decidir si continuaba perpetuándola o si empezaba a cambiar su forma de amar.


Poco a poco, Daniel aprendió a identificar sus patrones. Descubrió el concepto del lenguaje del amor y se dio cuenta de que nunca había entendido cómo expresar ni recibir amor de una manera saludable. Por primera vez, reflexionó sobre qué era lo que realmente quería: una conexión basada en la empatía, el respeto y la comunicación, no en el drama ni en la pasión descontrolada.


Meses después, en un café al que solía ir con Camila, se encontró pensando en ella. No con resentimiento ni nostalgia, sino con gratitud. Gracias a lo que vivió con ella, había aprendido que no podía construir una relación sana con nadie más hasta que cambiara la manera en que vivía el amor.


Finalmente entendió que el amor no debería ser una montaña rusa emocional. Era un lenguaje, una elección diaria de construir algo con base en la seguridad, la paciencia y el respeto. Y aunque todavía estaba aprendiendo, sabía que nunca volvería a confundir la química destructiva con el verdadero amor.


Desde entonces, Daniel empezó a construir vínculos diferentes. Ya no buscaba la chispa de lo prohibido ni la adrenalina del conflicto. Ahora, perseguía algo más sencillo, pero infinitamente más valioso: la paz.


Este relato no busca más que un fin literario, una reflexión sobre las diversas formas de vivir y ordenar nuestras experiencias. En el recorrido emocional de Daniel, se esconde una invitación a observar cómo nos relacionamos con los demás y, sobre todo, con nosotros mismos, reconociendo que, al transformar nuestra narrativa interna, podemos construir vidas más auténticas y plenas.


Comentarios


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Donde va tu atención, fluye la energía

Tony Robbins

 

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Mientras unos lloran, otros venden pañuelos

Dios, pon tus palabras en mi boca
No clasifiques al mundial, gana el mundial
Radio éxito o radio miseria
Resiste la tentación de volver a la comodidad y pronto verás los frutos

Se tu mayor fan

Margarita Pasos, Entrenadora Fortune 500

 

Todos somos iguales como almas, pero no todos somos iguales en el mercado

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Por lo que el Hombre sucumbe, por ello vence

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