Las Aventuras Urbanas de Sol
- Santiago Toledo Ordoñez
- 4 ene
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 19 ene
En el corazón de Santiago de Chile, entre edificios altos y calles bulliciosas, vivía una pequeña gatita de pelaje naranja llamada Sol. Su hogar era un departamento acogedor en un viejo edificio del barrio. Desde su ventana, Sol observaba con fascinación la vida de la ciudad: las luces de los autos, los vendedores de mote con huesillo en las esquinas y los artistas callejeros que llenaban de música y color las tardes.
Aunque Sol tenía un lugar seguro y cómodo donde vivir, su corazón anhelaba aventuras. Una mañana, mientras su dueña, Camila, estaba ocupada leyendo en la terraza, Sol aprovechó una pequeña distracción y saltó a la baranda. Con agilidad felina, trepó por los balcones y llegó al techo del edificio, donde comenzó su gran exploración.
Desde las alturas, Sol descubrió un mundo nuevo. Caminó entre las azoteas, saltó sobre techos de zinc y saludó a otros gatos que vivían en la zona. Uno de ellos, un gato gris llamado Tomás, le habló sobre el Parque Forestal, un lugar lleno de árboles, pájaros y misterios. Intrigada, Sol decidió visitarlo.
Guiada por Tomás, Sol descendió hasta las calles. Allí aprendió a esquivar bicicletas, a observar los semáforos y a evitar a los perros curiosos. Al llegar al parque, quedó maravillada con la amplitud del lugar. Había niños jugando, personas paseando con sus mascotas y músicos tocando guitarras bajo los árboles.
Pero lo que más llamó su atención fue un pequeño grupo de gatos reunidos cerca de una fuente. Uno de ellos, un viejo y sabio gato de pelaje negro, contaba historias sobre los secretos de la ciudad. Sol escuchó con atención y, al final del día, compartió su propia historia: cómo había dejado la comodidad de su hogar para descubrir el mundo.
Cuando cayó la noche, Sol regresó a casa, cansada pero feliz. Desde ese día, cada vez que miraba por la ventana, ya no veía solo calles y edificios, sino un mundo lleno de posibilidades y nuevas aventuras esperando ser vividas. Santiago ya no era solo su hogar; era su gran terreno de exploración.
Y así, Sol se convirtió en la gata más aventurera de la ciudad.

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